Paraíso Terrenal part 1


    Salimos completamente a la expectativa y apresurados por la emoción. Las ansias me consumían poco a poco, y creo que a Fer también. Pero era de esperarse: Habíamos soñado durante algunos cuántos años con éste momento, incluso antes de que nuestros destinos se entrelazaran...
Después de atravesar apresuradamente media ciudad de México hasta la Terminal del Norte, entregar unas constancias falsas y lograr comprar el boleto ocultando los nervios detrás de unos lentes brillantes... lo logramos. Eran las 10 pm y nuestro camión comenzaba su larga travesía de 9 horas. El destino? La Capital Mundial del Surrealismo!
A las 7 am llegamos a Xilitla, un pueblo ubicado en la Huasteca Potosina y al cual se debe llegar para poder encaminarse a Las Pozas, lugar de nuestro soñado destino. Después de caminar aprox. una hora con las mochilas al hombro, comenzamos a divisar pequeñas esculturas que se asomaban a los lados del camino. Encontramos el lugar indicado para la acampada, montamos nuestra módica casita, nos cambiamos y salimos decididos a adentrarnos en los místicos secretos del lugar.

 
Majestuosamente, ante nuestros ojos se elevaba un castillo que parecía sacado de Alice in Wonderland, las escaleras que llevan al cielo se abrían paso entre la vegetación llenando nuestras pupilas con todas las tonalidades verdes que nuestro cerebro logró captar, las mariposas aleteaban coloridamente a nuestro alrededor indicándonos el camino a seguir por aquél mágico laberinto selvático.
Hectáreas y hectáreas de follaje, musgo y abstracciones de un jardín de los dioses se mantenía delante de nuestras extasiadas miradas que sólo volteaban para encontrarse mutuamente y compartir sin decir una sola palabra todos ésos sentimientos que nos invadían y se cristalizaban en nuestros corazones para siempre.
Sensaciones de éxtasis y placer recorrían mi cerebro al pasar mis ojos intentando recordar todos y cada uno de los detalles que se abrían a cada paso que daba… Como sacada del más distorsionado, íntimo y mágico sueño, ahí estaba El Jardín Surrealista siendo explorado por dos viajeros que de la mano subían y bajaban por sus esculturales abstracciones llenándose de energía y buenas vibras, capturando cada momento para guardarlo en el álbum de sus cerebros…






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