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Las palabras hermosas que escribí para ti, se han aventado por la ventana buscando volar libres y sin censura. Agradecen la bella jaula que con tus caricias creaste para ellas, pero la rechazan, puesto que la manta clandestina con la que la cubres, retiene sus alas en una satisfacción intrascendente.


...Entonces, la otra opción es que me dejes hacer magia con tus cabellos rizados, recorrer tu espina dorsal como una gota que viaja en suspenso, desparramar mis ojos sobre tu piel resistente al frío, conversar con las historias e histerias de tu alma, contarle una historia a tus ojos viajeros y que te quedes dormido hasta que pueda recopilar la información para reinventar tu corazón.

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